jueves, 15 de abril de 2010

Crónica del día. taxis? 15/04/10

Pues hoy debido a que un alumno me tiró plancha sin avisar, me encontraba algo corto de billete, y por arreglar la logística de mi bolsillo, terminé también corto de tiempo. Tuve una importante cita a eso de las 7 de la noche, que aunque no era lejos de mi casa, por el tráfico y que la ruta está llena de semáforos decidí encaminarme con antelación.

No es nuevo que particularmente en ese punto de la ciudad (obrero mundial y Gabriel Mancera) no pasen muchos taxis, menos libres, pero vaya que hoy fue un disparate.

En una ciudad donde contamos con 130,000 taxis (registrados) sería fácil pensar que en una colonia tan trasitada como la Del Valle eventualmente encontrarías uno disponible, pero ni mais. 40 minutos. 40 minutos fue el tiempo que esperé.

Claro, en 40 minutos uno hace más que solo desesperarse y maldecir, llega un punto en el que uno empieza a reflexionar sobre el momento/asunto. Y así lo hice.

En mi obsesiva naturaleza empecé a notar tendencias, nada nuevo, pero no menos asombroso. Aproximádamente de cada 20 taxis que pasaban, de 6 a 8 iban libres, eso es el 40%. Lo irónico del asunto es que los ocupados parecían estar más a la espectativa de el individuo de chamarra gris bajo la lluvia haciéndoles parada que los taxis libres que, o iban por el segundo carril (que con el tráfico de las 6 para el momento en el que notaban que agitaba los brazos, casi como queriendo emprender vuelo, en el intento de llamar su atención ya les resultaba prácticamente imposible orillarse), o simplemente hacían una seña con la mano como queriendo decir "no joven, no se va a poder" o "¡que no, carajo!". ¿No querrán trabajar?, ¿Se les hará tarde para ir a algún lugar? ¿Extrañarán a su morra y chilpallates? ¿Les valdrá madre?. Todas esas y otras cosas cruzaron mi mente.

También recordé el día en el que casi me hago pomada en el auto que tenía en ese entonces con mi hermano, cuando los primeros en llegar y los más oportunos en brindar auxilio fueron los mismos taxistas.

Solo puedo deducir que no es ninguna particularidad de su oficio, sino de la realidad nacional. "El que no tranza no avanza" y la ley del mínimo esfuerzo, con sus excepciones, pero en mis regulares entrevistas a los taxistas, la mayoría parece quedar conforme con algún tipo de arreglo fuera de lo que marque el reglamentario taxímetro, aún si incluso hay una alta probabilidad que no les convenga. Casos sobran: "no, pues cuando van cerca les cobro 15 pesos, ¡porque luego me quieren pagar 9 o 10 pesos! No, ps cómo creen...", "te cobro 120 - Pero con taxímetro ya en tarifa nocturna marca 60 máximo- ¿60? No mames, ¡ni que fuera de día!", "Oiga, ya trae la tarifa de noche, y apenas son 5 para las 10. Esa tarifa empieza a las 11 -Es que se ajusta solito (o en su defecto: mejor toma otro)".

¿Quién no se ha visto en algún tipo de altercado con los choferes?

Volteando la moneda, es aún más asombroso saber que no todos son así, sino que en realidad hay alternativa. Cade destacar un caso en particular, que encuentro como epítome: "yo soy taxista porque quiero, yo lo decidí, porque me encanta manejar y me encanta oír música, y así puedo estar todo el día escuchando mis discos y manejando, y ¡hasta me pagan por eso!". No es algo que se escuche todos los días, pero un cierto día lo escuché, y eso basta. "No, ps le cobro lo que marque, ni más ni menos, yo gano de lo que trabajo, no de abusar".

Que situación tan polarizada... A final de cuentas encontré el mentado taxi libre (después de que mi curvilínea vecina, quien siempre saluda con una sonrisa, me aventajara en tomar el único disponible hasta el momento, sin necesidad de esperar bajo la lluvia...). Llegé a mi destino sólo 5 minutos tarde (incluyendo la escala en el cajero) y el viaje no fue tan costoso como esperaba.

¿Qué puedo deducir de toda la experiencia?

Nada.

Volví a mi casa en camión (el cual no tardó ni 5 minutos en pasar e iba suficientemente vacío para que me tocara sentado) y me dispuse a esperar a mi alumna para su clase semanal, no sin antes limpiar un ligero desperfecto que Ace, oriundo de Siam, dejó en el piso del baño. Dí la clase. Fue cansado. Aprendió bien.

Ahora después de 3 huevos con atún, catsup, mayonesa y mostaza (sí, lo sé, pero en realidad sabe mucho menos asqueroso de lo que suena) y de organizarme con la movida de mañana, heme aquí, echándome un cigarrito, pensando en una cerveza y escribiendo la ridícula anécdota del día. Un taxi. ¿Intrascendente? ¿Irrelevante? Tal vez... pero díganme ustedes si ahora no sienten la iluminación máxima, la vida fluir, como si el amanecer espiritual emanara de las palabras. El chiste es llevarse algo bonito a casa. Un florero, una linda vajilla o un poster autografiado. Todo eso y más. Un sentimiento, una sensación, una buena borrachera con los amigos o el teléfono de la chica que te gusta.

Gracias.

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